El Consejo de Ministros decretó el pasado sábado el estado de alarma para limitar al máximo el movimiento de los ciudadanos. Todo el país ha quedado formalmente cerrado, un gigantesco aislamiento en sus casas de más de 47 millones de personas, que solo podrán salir a la calle en soledad, según el presidente, Pedro Sánchez, para trabajar y comprar comida, medicamentos o artículos básicos. Pero desde el lunes también han quedado clausuradas las fronteras terrestres, después de que España suspendiera el tratado de Schengen para contener la expansión del virus. “Solo se permitirá el acceso a españoles, residentes, ciudadanos transfronterizos, personas que acrediten razones de fuerza mayor y personal diplomático”, explicó el ministro Fernando Grande-Marlaska.
Mientras tanto, el nuevo coronavirus continúa con su expansión mundial. El mayor número de infectados se encuentra en la provincia china de Hubei, donde el virus fue detectado por primera vez el pasado diciembre, si bien el número de contagiados en Corea del Sur, Irán e Italia —los tres primeros países, después de China, donde el virus comenzó a expandirse— suman más de 56.000 positivos, el 30% del total. Precisamente dos focos descontrolados en estos dos últimos Estados exportaron decenas de casos, que a su vez se multiplicaron.
Casos diagnosticados
50
100
500
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